Intervención social con inmigrantes

Hoy quiero hablarte sobre un tema importante: La Intervención social con inmigrantes.

La presencia creciente en nuestra sociedad de personas inmigrantes en situación de desventaja social ha impulsado la puesta en práctica de numerosas acciones y programas destinados, en términos generales, a la promoción de su “integración social”.

Iniciadas generalmente por las administraciones y gestionadas en buena parte por entidades de iniciativa social en respuesta a las urgencias de la vida cotidiana y al malestar social que acompaña a las situaciones de desventaja y desigualdad, dichas acciones tienen su campo de aplicación en los ámbitos más diversos de la existencia individual y colectiva.

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Paralelamente al desarrollo de esos programas y acciones, se asiste a la creación de un campo de investigación especializado en temas de “inmigración”, cuyos resultados y saberes en dicha materia nutren, a su vez, el diseño e incluso la gestión de programas y acciones de intervención social.

LA SENSIBILIZACIÓN HACIA LA POBLACIÓN INMIGRANTE Y EL CONOCIMIENTO DE SU CULTURA EN GENERAL O DE SUS TRADICIONES CULTURALES EN PARTICULAR

La convivencia armónica, la tolerancia y el respeto hacia las personas inmigrantes, aparecen como una necesidad y un deseo explícitos por parte de los agentes vinculados a los distintos ámbitos donde se desarrolla la intervención social, como modo de prevenir las situaciones de conflicto social, los procesos de discriminación, y en último extremo, el racismo y la xenofobia.

La mayoría de las propuestas de actuación en este sentido no dudan en percibir la difusión de los rasgos culturales de las así llamadas “minorías” como el medio más adecuado para conseguirlo. De un lado, bajo el supuesto de que el conocimiento por parte de la “sociedad de acogida” de las culturas de origen de los inmigrantes promueve su aceptación.

Así, por ejemplo, entre las propuestas de actuación relativas a la participación social el Plan de Integración Social de los Inmigrantes se señalan las acciones de “rec o nocimiento y respeto a las tradiciones y manifestaciones culturales del colectivo inmigrante ” así como aquellas dirigidas en general a la “sensibilización y aprecio de la cultura e historia propias de los países de origen de los flujos”.

De otro lado, el “intercambio cultural” parece un principio asumido por las políticas sociales concernientes a la población inmigrante. Se asienta dicho principio en la idea del “enriquecimiento” que supone para la vieja Europa las aportaciones de “otras culturas”. En la presentación del mencionado Plan de Integración se señala: “…para atender las necesidades educati vas y culturales de los inmigrantes se apuntan actuaciones que favorezcan el intercambio y el conocimiento mutuo de las culturas, la incorporación al sistema educa tivo de programas de información, prev e n ción del riesgo de comportamientos racistas y xenófobos, estimulando el multiculturalis mo y la tolerancia.”.

De hecho, en materia educativa, y bajo el paraguas conceptual de la “educación intercultural” , encontramos actualmente variadas acciones dirigidas a “tener en cuenta” y “valorizar” la pluralidad cultural en las escuelas. Ya se trate de los programas de enseñanza de “lengua y cultura de origen”, de los programas de formación del profesorado, o de la elaboración de materiales pedagógicos, los cuales habitualmente incluyen temas como “pautas culturales” de los diversos colectivos, elementos de historia contemporánea de los respectivos países, así como estrategias orientadas a incorporar al currículum referencias a las culturas de origen de los alumnos. En general, y más frecuentemente , se trata de actividades llamadas intercu l turales (jornadas, fiestas, etc.), donde rara vez se traspasa el umbral de la “exhibición ” de las diferentes costumbres y rasgos del patrimonio cultural de las sociedades de origen que casi siempre remiten a la gastronomía, la música, la artesanía, el vestido y los artículos orna mentales, fiestas y rituales “tradicionales”, etc. El listado de las actividades desarrolladas en esta línea podría llenar las páginas de este artículo.

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Las “minorías” constituyen, así, la referencia central y el punto de partida para el trabajo sobre la diversidad cultural. Ante ello, cabe dejar planteadas al menos las siguientes preguntas: ¿es que la cultura entendida como “patrimonio”, como conjunto de elementos desgajados del hacer cotidiano, tiene alguna relación con la cultura como hecho vivido?; ¿cuál es el criterio que preside la selección de los aspectos que se están mostrando como propios del colectivo?, o dicho de otra manera, ¿qué lugar ocupan las así llamadas “subculturas” propias de toda sociedad (rurales o urbanas; populares o “cultas”; de género, generacionales, etc.) en esa selección?, ¿qué papel le otorgamos al cambio y la transformación en las “tradiciones” de los “otros”?

EL MANTENIMIENTO DE LA IDENTIDAD Y LA CULTURA EN LA INTEGRACIÓN DE LA POBLACIÓN INMIGRANTE.

Estrechamente ligado a lo anterior, se encuentra la noción que postula la importancia del mantenimiento de su cultura y de su identidad de origen en la integración social de los colectivos inmigrantes.

 Es con respecto a la así llamada “segunda generación” donde esa necesidad se afirma con mayor convicción. La pr eservación de la lengua y la cultura de origen de los menores (los indicadores más tradicionalmente asociados a la “identidad ”) sería el medio más eficaz para favorecer una mayor integración familiar , socio-afectiva y educativa de los menores, previniendo y contrarrestando así los malestares psico-sociales que, en la representaciones colectivas, se asocian a los menores de origen inmigrante en “riesgo social”: la “pérdida” de la lengua de origen y con ello el debilitamiento de las relaciones entre el niño y su “medio social “ (la familia y la comunidad de origen); el alejamiento de los valores culturales de los padres y, como consecuencia, la pérdida de la “autoridad ” de los padres sobre sus hijos, lo que derivaría en la imposibilidad de ponerles “límites ” y mantener los “referentes” mínimos para el desarrollo armó nico de la personalidad y del comportamiento social de los menores. Todo ello se resume en la idea del “desarraigo”, o Intervención social con población inmigrante: esos «otros» culturales en la metáfora comúnmente utilizada del “vivir entre dos mundos” sin pertenecer realmente a ninguno.

En esta línea, las administraciones públicas han promovido la implementación, por ejemplo, de programas de enseñanza de la lengua y cultura de origen, sea a través del establecimiento de convenios con los países de origen, sea a través de entidades de iniciativa social.

Lógicamente el planteamiento de este principio, mantener la cultura de origen en la población inmigrante no surge del vacío, sino que tiene su raíz en un modelo de lo que se entiende por integración, que por oposición a la tan temida “asimilación”, viene a decir algo así como que la verdadera integración requiere que la población inmigrante mantenga sus raíces. Pero este intento de hacer que la población inmigrante conserve su “cultura de origen”, ¿no esconde la actitud paternalista y romántica de quienes necesitan proteger a los “otros” del cambio, mientras reclaman para sí la transformación y la innovación?

En ocasiones, y en relación con lo anterior, se señala el importante papel que las mujeres tienen en tanto garantes del mantenimiento de la cultura de origen, en la medida en que ellas son

percibidas como las principales “transmisoras” de la cultura de origen. No es casual, por ejemplo, que a la lengua origen se la denomine “lengua materna”.

LA INTERVENCIÓN DESDE EL TRABAJO SOCIAL CON LA POBLACIÓN INMIGRANTE Y EL CONOCIMIENTO DE SU CULTURA

Es frecuente encontrar que los profesionales que trabajan en la atención de la población inmigrante –sea social, educativa, sanitaria– se planteen conocer las “pautas culturales” de origen como paso previo y necesario para interpretar las necesidades sociales “reales” de estos colectivos. Respecto a los menores, los agentes de intervención se plantean preguntas del tipo:

 ¿El hecho de que los menores fuera del horario escolar no estén en casa con sus padres se debe a que están solos y desprotegidos, o a que dentro de sus pautas culturales es normal y están acostumbrados a ello? O, tal vez ¿es que existe una red comunitaria de cuidado y vigilancia sobre el niño que resulta invisible para nosotros? O, ante la existencia de familias numerosas con escasos recursos económicos, por ejemplo, ¿cómo plantear a una mujer marroquí o dominicana el recurso de la planificación familiar cuando parece que la maternidad es un aspecto fuertemente valorado por ella? O ¿cómo entrar en la vida privada de una mujer marroquí cuando se detecta maltrato, cuando en su cultura las relaciones dentro del matrimonio permiten la dominación del hombre sobre la mujer? O ante la percepción de pautas de cuidado de la infancia culturalmente diferentes a las que aquí se consideran básicas, ¿cómo conciliar ambas pautas? O ante la observación de menores inmigrantes que dejan de asistir a la escuela para trabajar, ¿hay que denunciar esta situación a pesar de que en sus países de origen esta práctica pueda ser algo habitual?

En la base de estas preguntas o similares se presupone la existencia de una “cultura previa” que condiciona fuertemente sus comportamientos y de cuya intuida discrepancia con la de la población “autóctona”, surgen aquellas dudas. En consecuencia, es lógico pensar que su conocimiento permitiría una intervención más eficaz. Es claro que no podemos obviar los interrogantes que producen las diferentes maneras de actuar de los que percibimos como diferentes culturalmente, incluso que la cultura de origen de la población inmigrante aparezca para los profesionales como uno de los elementos más significativos para interpretar las posibles distancias en la comunicación. ¿Pero cómo dar respuesta a ello?. Parece evidente que se hace necesaria la preparación de los profesionales que atienden a la población inmigrante, pero en

¿qué debe consistir esta preparación o formación? A este respecto, hemos asistido en estos últimos años al incremento de la formación en “intercuturalidad” dirigida a diferentes profesionales (monitores de tiempo libre, profesionales que trabajan en el ámbito social, policía, profesores, etc.).

GLOSARIO DE CONCEPTOS 

  • Apátrida: persona que no es considerada como nacional propio por parte de ningún Estado (un apátrida de iure); o que no disfruta de los derechos fundamentales de los que gozan otros nacionales en su Estado de origen (apátrida de facto). Los apátridas pueden ser a la vez refugiados o puede que nunca se hayan desplazado del lugar donde nacieron. Según los datos de ACNUR, al menos 12 millones de personas se encuentran en una situación de apatridia.
  • Desplazado/a: aquella persona que ha sido forzada a dejar su hogar por razones análogas a las del refugiado (conflicto armado, violencia generalizada, violación de los derechos humanos, persecución, etc.), pero que no atraviesa ninguna frontera internacional sino que permanece dentro de los límites de su país de nacionalidad.

 Legalmente, los desplazados continúan bajo la protección de su gobierno, aunque éste sea el responsable de su huída. Según el último informe del Observatorio sobre Desplazamiento Interno (IDMC), relativo a 2011, un total de 26,4 millones de personas se encuentran actualmente en situación de desplazamiento forzoso.

  • Emigración: Desplazamiento de un individuo o de un grupo de personas que se marcha de su residencia habitual con destino a otro lugar. Aunque puede responder a muchos tipos de causas, la emigración está normalmente originadas por la necesidad o deseo de alcanzar unas mejores condiciones económicas y sociales. – Inmigración: Movimiento espacial de la población que llega a un determinado lugar para residir en él. La inmigración puede ser interna si los inmigrantes proceden del mismo país, o exterior si vienen del extranjero.
  • Éxodo rural: Movimiento migratorio desde el campo a la ciudad. En España tuvo su auge entre 1950 y 1975 en relación con la crisis de la agricultura tradicional (mecanización del campo) y el desarrollo industrial que ofrece puestos de trabajo en las industrias urbanas.
  • Inmigrante: término que se refiere a la mayoría de las personas que se desplazan de un país a otro por variadas razones y durante un largo periodo de tiempo (habitualmente durante al menos un año para no incluir a muchos visitantes temporales). El inmigrante económico es la persona que deja su país por razones económicas, para mejorar sus condiciones de vida.
  • Inmigración ilegal:Población de origen extranjero sin permiso oficial para residir en el país.
  • Migracionesinteriores: Desplazamientos de población con cambio de residencia en el interior de un país.
  • Migraciones exteriores: Movimientos de población con cambio de residencia entre países o estados distintos. Las migraciones exteriores pueden deberse a diversas causas: motivaciones económicas (búsqueda de trabajo esencialmente), persecuciones políticas o enfrentamientos militares, etc. Las migraciones exteriores se acentúan en los últimos decenios desde los países del Tercer Mundo hacia los países desarrollados.
  • Migraciones mixtas:flujos migratorios en los que se mezclan las personas refugiadas e inmigrantes. Refugiados e inmigrantes utilizan frecuentemente las mismas rutas migratorias y los mismos medios de transporte; muchas veces, se ponen en manos de las mismas redes de tráfico de seres humanos. Ejemplos de estas migraciones mixtas se observan en la frontera entre Grecia y Turquía, en la cuenca del Mediterráneo, en el Golfo de Adén o en el Sudeste Asiático.
  • Protección subsidiaria:figura jurídica reconocida en la legislación española que puede amparar a las personas procedentes de países extracomunitarios y a los apátridas que no reúnen los requisitos para ser reconocidas como refugiadas pero que tienen motivos fundados para creer que si regresasen a su país de origen, se enfrentarían a un riesgo real de sufrir graves daños para su vida e integridad, y que no pueden o, a causa del citado riesgo, no quieren acogerse a la protección de ese país.
  • Reagrupación familiar: herramienta jurídica que permite volver a reunirse en el país de acogida a la familia que se vio obligada a separarse. La reagrupación o reunificación familiar protege a las personas refugiadas, mejora sensiblemente su calidad de vida y la situación social y económica de la familia reagrupada. Las medidas sobre reagrupación familiar deben adoptarse de conformidad con la obligación de proteger a la familia y respetar la vida familiar que se consagra en numerosos instrumentos del Derecho internacional.
  • Refugiado/a: la Convención de Ginebra de 1951 establece que un refugiado es una persona que “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opinión política se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país”.
  • Saldo migratorio: Indicador demográfico que expresa la diferencia entre las entradas por inmigración y las salidas por emigración en una población dada y en un período de tiempo, normalmente un año. Si el resultado es positivo, predomina la inmigración, si es negativo, predomina la emigración. Hasta 1975 España fue un país de emigrantes. A partir de entonces, la emigración se ha visto reducida y España se ha convertido en un país receptor de inmigrantes.
  • Solicitante de asilo:es aquella persona que ha presentado una solicitud de reconocimiento de su condición de refugiado y que se encuentra a la espera de su resolución. Es un término que describe la situación jurídica en la que se encuentra la persona.
  • Xenofobia: Actitud de rechazo u hostilidad hacia los extranjeros o las formas culturales ajenas. Se desarrolla actualmente en los países desarrollados en función de los procesos migratorios desde los países del Tercer Mundo. Suele adquirir mayor virulencia en los momentos de crisis económica en que se ve al extraño como un competidor por los puestos de trabajo.

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