Principales trastornos de conducta en niños

Principales trastornos de conducta en niños y niñas

El término “trastorno” es definido muy pocas veces de manera aislada, dado el uso cotidiano que psicólogos clínicos, forenses y especialistas en psiquiatría le dan, se considera que pudo haber pasado como sobreentendido. Hoy vamos a hablar sobre los Principales trastornos de conducta en niños y niñas.

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Principales trastornos de conducta en niños y niñas

Para Olortegui (1995) “trastorno” es de manera general la alteración o perturbación de una función física o psíquica.

La Real Academia Española de la lengua (1988) lo define como la acción y el efecto de trastornar, esto es inquietar, desordenar, perturbar y causar disturbios.

La Organización Mundial de la Salud (1992) considera que el término “trastorno” es muy útil pues tolera la ambigüedad, evitando los problemas que plantea el utilizar términos como “padecimiento” o “enfermedad”, aunque “trastorno” no es un término muy preciso se utiliza para señalar la presencia de comportamientos o síntomas que producen malestar e interfieren con la actividad del individuo.

Principales trastornos de conducta en niños y niñas

1. Trastornos por déficit de atención

Operacionalmente, trastorno por déficit de atención hace referencia a la alteración(es) causadas por la deficiencia atencional, es decir, por la carencia, ausencia e insuficiencia de las actividades de orientación, selección, mantenimiento de la atención, y a su deficiencia en el control y regulación para con otros procesos. Sin embargo, cabe resaltar que tal deficiencia no se constituye como factor causal único y exclusivo de los trastornos.

2. El Trastorno por déficit de atención con hiperactividad

El Trastorno por déficit de atención con hiperactividad es el cuadro clínico que goza hoy en día de mayor aceptación y que engloba características o criterios, algunos de los cuales no son necesariamente consecuencia directa de la ausencia o insuficiencia de la atención, como es en el caso de los síntomas de hiperactividad o actividad motora excesiva, aunque la disfunción de la atención es considerada como el factor principal causal de este trastorno.

Por lo general se ha asumido que el déficit de atención va acompañado de un exceso en la actividad motora o también llamado hiperactividad, o que el déficit de atención es consecuencia inevitable de la hiperactividad, innovándose posteriormente tal proposición, pues se demostró que en adolescentes y adultos la actividad motora excesiva decrece más no el déficit de atención, de modo tal que se acepta hoy que una persona con déficit en la atención puede como no presentar cuadros de actividad motora excesiva.

Lo cierto es que a pesar de estas propuestas no se llega a un acuerdo en el área, ya que la mayoría de las investigaciones consideran como cuadro único al trastorno por  déficit de atención (TDA) dando a entender lo implícito del síntoma de la hiperactividad, en el otro extremo, se considera como cuadro único a la hiperactividad dando a entender lo implícito del síntoma de déficit de atención o desatención, algunos autores lo denominan síndromes de déficit de atención (SDA) o Desordenes de déficit de atención (DDA), y otros como trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), estos términos son utilizados como sinónimos para referirse a tres síntomas en común: La falta de atención, la conducta motora excesiva y la impulsividad, es decir que nos encontramos casi siempre con la presencia del binomio déficit de atención – conducta motora excesiva. Gran parte de las investigaciones sobre atención se basan en los criterios diagnósticos de este trastorno.

3. Trastorno por déficit de atención el área conductual

Las alteraciones, perturbaciones o desórdenes asociados al trastorno por déficit de atención en el área conductual han sido objeto de diversos estudios de comorbilidad, siendo los problemas o trastornos del comportamiento a los cuales se ha visto ligado en mayor proporción.

Lo cierto es que a pesar de estas propuestas no se llega a un acuerdo en el área, ya que la mayoría de las investigaciones consideran como cuadro único al trastorno por  déficit de atención (TDA) dando a entender lo implícito del síntoma de la hiperactividad, en el otro extremo, se considera como cuadro único a la hiperactividad dando a entender lo implícito del síntoma de déficit de atención o desatención, algunos autores lo denominan síndromes de déficit de atención (SDA) o Desordenes de déficit de atención (DDA), y otros como trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), estos términos son utilizados como sinónimos para referirse a tres síntomas en común: La falta de atención, la conducta motora excesiva y la impulsividad, es decir que nos encontramos casi siempre con la presencia del binomio déficit de atención – conducta motora excesiva. Gran parte de las investigaciones sobre atención se basan en los criterios diagnósticos de este trastorno.

4. Trastorno por déficit de atención el área conductual

Las alteraciones, perturbaciones o desórdenes asociados al trastorno por déficit de atención en el área conductual han sido objeto de diversos estudios de comorbilidad, siendo los problemas o trastornos del comportamiento a los cuales se ha visto ligado en mayor proporción.

Además de estas características, el CIE-10 hace mención a comportamientos más graves que la simple maldad infantil, que incluyen grados excesivos de peleas, crueldad con los animales, robo, provocación de incendio, mentiras reiteradas, fugas de la escuela y del hogar, rabietas, actitud desafiante y desobediencia en un grado intenso, que caracterizan a un niño con trastorno disocial.

A pesar que muchos profesionales prefieren separar los problemas de conducta de los trastornos de conducta o trastornos disociales, de acuerdo al nivel de gravedad que se presenta en el niño, en la literatura no se llega a un consenso, estableciendo por lo tanto semejanzas en dichas categorías diagnósticas.

Este trastorno es estudiado basado en el solapamiento existente con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)Las personas con trastorno de conducta pueden presentar también déficit de atención, sin embargo considerando al TDAH como categoría, se presenta junto al trastorno del comportamiento en un 30 – 50% (Hinshaw 1994; véase en Orjales, 1999; Tomás y Bielsa, 1996).

Lindfield y Waldman (1990; véase en Miranda, Roselló, Soriano, 1998) señalan que el TDAH con problemas de conducta no estarían provocadas por una deficiencia cognitiva atencional, sino por una deficiencia motivacional relacionada con la tendencia al aburrimiento, típico de los psicópatas adultos.

Una de las características más resaltantes en los niños con problemas de conducta es  la agresividad, si bien no todos los niños con TDAH tienen un trastorno de conducta, muchos de ellos tienen un mal comportamiento que se refleja por una mayor  dificultad para aceptar la autoridad, la necesidad de obtener recompensas inmediatas, el negarse a obedecer y desafiar constantemente a personas que representen autoridad, lo que puede conllevar a un trastorno serio de la conducta (Orjales, 1999), y que según la Organización Mundial de la Salud (1992) corresponde a un trastorno hipercinético disocial.

Incluso algunos autores establecen que la relación entre TDAH y los problemas de conducta es temporal, mientras que la hiperactividad aparece entre los tres y cuatro años de edad, los síntomas de problemas de conducta se manifiestan alrededor de los seis años, por lo que es probable que la hiperactividad predisponga al sujeto a desarrollar un trastorno conductual (Barkley et al. 1990; véase en Miranda, Roselló y Soriano, 1998).

Kirby y Grimley (1992) afirman que las conductas agresivas mostradas por los niños con trastorno por déficit de atención y los que presentan problemas de conducta son cualitativamente distintas, mientras que los niños con problemas de conducta presentan agresividad premeditada a base de ira, venganza y disfrute, los niños con trastorno por déficit de atención realizan actos no premeditados de agresión, sin ninguna fuerte base emocional. Estos actos del niño con TDA se pueden explicar por la necesidad que tiene el niño de llamar la atención de los adultos, aunque sea a costa de ser castigado, por lo tanto sus motivaciones para mostrar una conducta de agresión son distintas.

Para Orjales (1999) la relación entre la hiperactividad y delincuencia es poco relevante, pues solo algunos de los niños con TDAH incurren en actos criminales, mientras que los niños hiperactivos y agresivos a la vez tienen síntomas más graves (desafío y desobediencia) que empiezan antes de ingresar al colegio y su agresividad constituye un predictor importante del comportamiento antisocial. Loney y Millich (1982; véase en Miranda, Roselló y Soriano, 1998) señalan que los hiperactivos pueden considerarse como predispuestos pero incapaces de cumplir con las expectativas del ambiente, sus expresiones de agresividad no indican intención destructiva deliberada, a diferencia de los niños agresivos que son capaces pero no tienen una buena predisposición para cumplir con las demandas del ambiente, mientras que los niños hiperactivos – agresivos, (es decir los que presentan la comorbilidad) no parecen ni dispuestos ni capaces de ajustarse a las demandas externas.

  • Todo ello parece indicar que el trastorno por déficit de atención con hiperactividad es un factor que pronostica la continuidad de la conducta antisocial del niño en la edad adulta, que con frecuencia acaban en un abuso del consumo de alcohol y droga, actividad sexual precoz, expulsiones del colegio y delincuencia (Sibél, Bielsa y Tomás, 2001).

5. Trastorno por déficit de atención en el área de aprendizaje

Los problemas de aprendizaje están referidos a la dificultad en seguir normalmente la educación escolar o preescolar, lo cual se manifiesta en un rendimiento insuficiente en la mayoría de tareas escolares, así como lentitud para seguir el ritmo de trabajo de los compañeros de clase. Estos problemas son causados por inmadurez escolar, deficiencias sensoriales (visuales, auditivas o motoras), retardo o lentitud intelectual, perturbaciones emocionales, falta de motivación para aprender y métodos inadecuados de enseñanza, estas causas en su mayoría son externas al sujeto (Bravo, 1991).

Si bien las causas del TDAH difieren de la de los problemas de aprendizaje anteriormente mencionados, los síntomas que presente el niño con TDAH dificultarán su aprendizaje, es decir, tendrá problemas para aprender y para rendir de acuerdo a su capacidad, ya que con la atención los contenidos se  asimilan mejor, se arraigan más  en la memoria y se producen asociaciones con otros contenidos ya aprendidos, su carencia o debilidad producirá naturalmente que se escape los conocimientos a los alumnos (Gallego, 1997).

Algunos estudios señalaron que entre el 60 – 80% de niños con hiperactividad infantil tenían problemas académicos importantes (Barkley 1982; véase en Orjales, 1999).

Se da el caso que algunos niños fallan en sus tareas escolares porque son demasiados impulsivos, es decir tienen un déficit en la capacidad de inhibición de respuestas, en estos niños el tiempo de latencia de respuesta es menor, cometen errores pues eligen y toman decisiones sin un examen previo de la situación (Goróstegui, 1997), aunque su equipo intelectual sea adecuado, son inmaduros en lo que respecta a la intensidad y duración de su concentración, y en su habilidad para mantener un foco de atención en la tarea que se le presenta, teniendo una atención sub enfocada (Kinsbourne y Kaplan, 1990).

Sin embargo, otro grupo de niños fallan en sus tareas escolares porque son demasiado compulsivos y tienen una atención sobreexclusiva. Ross (1995) señala que la atención sobreexclusiva es la tendencia que tiene el niño de concentrarse solo en un aspecto de un estímulo de un ambiente complejo, dicho de otro modo, se concentran tanto tiempo en una porción de trabajo que en total no aprenden lo suficiente. Kinsbourne y Kaplan (1990) designan a esta dificultad como atención superenfocada.

Otros estudios han comprobado que los escolares con déficit de atención tienen una ausencia o reducción de verbalizaciones internas, que es una de las más importantes estrategias para la regulación de la conducta. La ausencia de atención sostenida, los cambios atencionales frecuentes y la escasa calidad atencional constituyen la principal explicación de que no se adquieran hábitos y destrezas cognitivas, lo que explica también las deficiencias en la memoria, sin necesidad de predisponer una alteración  en estos procesos (García y Magaz, 2000).

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