Caso práctico de intervención familiar
Introducción a la materia objeto del caso
El caso práctico presentado tiene su ámbito de aplicación dentro de los Servicios Sociales Especializados, desde el desarrollo profesional del Programa de Tratamiento Familiar. Se trata de un caso de familia frecuente en este servicio: aisladas de una red social de apoyo primario y con pocos recursos propios para resolver las situaciones de crisis, que no reconocen sus dificultades y no piden ayuda, resistentes al cambio, con unos déficits en la cobertura de necesidades por lo que es necesario realizar un análisis del riesgo: instrumentos de evaluación de necesidades infantiles (físico-biológicas, cognitivas, emocionales y sociales) y factores de protección y riesgo (asociados a los padres, al núcleo familiar y a los niños) e indicadores de riesgo (bajo, moderado o alto) a trabajar en colaboración con otros sistemas públicos de protección para disminuirlos, y aumentar los factores de protección evitando el desarraigo de los menores respecto de su entorno familiar más próximo. La unidad básica de intervención la constituyen los miembros que residen en el domicilio, además de la familia extensa y otros servicios o recursos en los que los menores están presentes (Centros Escolares, Centros de Salud, talleres de Servicios Sociales y otros sectores asociativos implicados).
Este es uno de los casos prácticos que encontrarás dentro de nuestro Curso de Intervención Familiar
Por lo que se recomienda el trabajo en red para el abordaje en la intervención familiar, así como circuitos de comunicación con espacios de coordinación.
El pensar en las redes como instrumento de trabajo para el profesional, plantea una de las tareas más complejas: el desafío de construir contextos colaborativos interequipo, interinstituciones e interservicios. Para que ello sea posible, es necesario partir de una posición difícil de lograr, referida a que las experiencias de cambio se potencian cuando son socialmente compartidas con el objetivo de solucionar un problema común y se confirman cuando redundan tanto en beneficio del colectivo profesional como del usuario objeto de la atención.
La teoría de intervención en redes incide sobre éstas como un nivel de análisis posible de la realidad que se construye socialmente y que, frente a la necesidad de intervenir, permite multiplicar cambios. Las redes de relaciones que se apoyan en la ayuda mutua entre profesionales actúan como multiplicadores de beneficios cuando se logra vivenciar y llevar a la práctica el vínculo de complementariedad (Coletti y Linares, 1997). Se hace necesario el abordaje desde una perspectiva sistémica teniendo en cuenta que este modelo contempla las características de interrelación y causalidad circular de los miembros de la familia entre si y de estos con el sistema en su totalidad.

Cada persona es un subsistema (individual o personal; conyugal, marital o de pareja; paterno-filiar y fraternal) dentro del sistema familiar, así las crisis y los conflictos pueden ser producto de una deficitaria comunicación familiar y en este sentido el Trabajo Social sistémico define como principales objetivos: mejorar la interacción, la comunicación de las personas con los sistemas que les rodean, mejorar las capacidades de las personas para mejorar sus problemas, enlazarlas con aquellos sistemas que pueden prestarles recursos, servicios y oportunidades (Fernández, 2009).
La explicación de la situación actual de la familia se encuentra en la estructura propia que tienen como miembros de la unidad de convivencia y en sus propias relaciones, entendiendo a la familia como una totalidad que no responde a la simple suma de las propiedades de las partes o de los elementos integrantes del sistema, sino que esa totalidad emerge como algo distinto a dichas partes, generando sus propiedades a través de la interacción de sus componentes (Viscarret, 2007).
Habrá que tener en cuenta que existen límites en la intervención con familias como son: situaciones familiares más complejas, multicausales y multiproblemáticas, familias multiasistidas que fragmentan sus historias con los diferentes servicios, tendencia a que el funcionamiento caótico familiar invada la dinámica en la intervención con los servicios, estableciendo relaciones que impiden el avance familiar y homeostatizan las dificultades, cronificación en sus problemáticas y en la relación con los servicios. Dispositivo de servicio y atribuciones del profesional El sistema donde se presta el servicio es el Centro de Atención a la Familia e Infancia de un municipio andaluz con más de 50000 habitantes, y dentro de éste, en uno de los Equipos de Tratamiento Familiar que cuenta con un Educador, un Psicólogo y un Trabajador Social.
El Programa tiene su base legislativa en la Orden 13 de Julio de 2000, que establece las bases reguladoras para la concesión de subvenciones a otorgar a los municipios de más de 50.000 habitantes para la realización de programas de intervención con familias desfavorecidas y en situación de riesgo social. Y con posterioridad la Orden 10 de Mayo de 2002, Programa de Tratamiento a Familias con Menores. Que amplía el límite poblacional a 20.000 habitantes y el tratamiento a familias para posibilitar la reunificación familiar.
El Trabajador Social como miembro del Equipo de Tratamiento Familiar participará en las tareas de:
- Análisis y desarrollo de la comunidad: Conocimiento de la comunidad en todos los recursos y aspectos necesarios para el desarrollo del proyecto de tratamiento familiar. Además, basándose en su información y experiencia con la familia atendida puede sugerir actividades y orientaciones para que sean mejor atendidas las necesidades de las familias.
- Análisis de potencialidades y dificultades de los miembros de la familias (habilidades sociales, resolución de conflictos, toma de decisiones, actitudes, etc.), y ayuda para establecer planes de mejora para resolverlos. Participación en la elaboración del proyecto de tratamiento familiar. Motivación de la familia para el cambio.
- Apoyo y atención directa: Desarrollo de las actividades derivadas del Proyecto de Tratamiento Familiar de la familia de acuerdo con las tareas que cada uno tiene señaladas. Aplicación de técnicas y estrategias adecuadas para la capacitación personal y social, promoción, prevención de dificultades. Apoyo a la familia (a través de formato individual, familiar): estableciendo una relación de ayuda, proporcionando apoyo social (instrumental, emocional, informativo), tratamiento individual y/o familiar, proponiendo e informando sobre recursos específicos a solicitar.
Además las atribuciones propias del Trabajador Social son: El espacio donde se definen sus funciones es la comunidad y la relación de la familia con ésta. Se ha de destacar que en general los trabajadores sociales de los Equipos de Tratamiento Familiar suelen tener una formación especializada en aspectos relacionales y terapéuticos, lo cual supone una gran ayuda en diferentes aspectos del trabajo como son la toma de decisiones y la reorganización familiar.
Puede parecer a simple vista que hay solapamiento con algunas funciones de los SSCC, sin embargo no creemos que sea así. Es más supone un valor añadido el hecho de que desde el ETF se integre la perspectiva social desde la recepción de la demanda hasta la devolución de información al derivante o a otros equipos que hayan de intervenir con la familia y el menor. No son las mismas funciones, en todo caso, trabajan desde otro contexto diferente al de los SSCC.
PRONÓSTICO.
La evolución familiar va a depender en gran medida de la capacidad de asimilar e interiorizar mensajes por parte de los cuidadores principales y la motivación para el cambio de estos.
El pronóstico también va a depender en gran medida, de la aceptación del equipo por parte de la familia, por lo tanto, de la posibilidad de establecer una adecuada alianza terapéutica. El instrumento objetivo para realizar el diagnóstico dinámico y decidir posibles derivaciones es el Plan de mejora o plan de intervención, cuyo objetivo general sería implicar a los padres en mantener cubiertas las necesidades físicas, psicológicas, cognitivas y afectivas de los menores.
Este objetivo se trabaja a través de una serie de actuaciones y técnicas favorecedoras para ello como son:
- Acercamiento a recursos comunitarios: talleres (manualidades y corte confección) del Centro de Servicios Sociales Comunitario y asociaciones de la zona para el establecimiento de unas redes de apoyo social amplias.
- Acompañamiento a organizaciones de atención específica a su problemática.
- Toma de contacto e inclusión en actividades organizados por la agente de igualdad de su comunidad.
- Visitas domiciliarias para la recogida de información y posterior intervenciones en la mejora de la organización y distribución doméstica.
- Sesiones individuales para la mejora de la autoestima y autoimagen positiva, promover el entrenamiento en habilidades sociales y de comunicación y parentales que cubran necesidades educativas, emocionales y afectivas de los menores.
- Entrevista individual, familiar y con familia extensa de cara a obtener una completa información y realizar un adecuado diagnóstico y desarrollo del plan de intervención.
- El diagnóstico familiar se entiende como un proceso de valoración, dinámico e interactivo, que se va redefiniendo, nos preguntaremos ¿Cuál va a ser el contexto de intervención? ¿A quién se debe convocar? Lo primero que hay que hacer es destinar un tiempo a la evaluación. El diagnostico debe realizarse en un contexto amplio, contando con todas aquellas personas que, o bien tienen que ver con el problema, o bien tienen que ver con la solución (Fishman, 1994). Así, en cada situación o problema, habrá que decidir a quién está indicado convocar para que contribuya a entender el problema y a solucionarlo. En un primer nivel de intervención a través de la fase de estudio encontramos que existe un déficits en los padres para cubrir las necesidades físicas, psicológicas, cognitivas y afectivas en los menores y se perciben incapaces de poder controlar y manejar la conducta de sus hijos. Pero en la evaluación dinámica, más que evaluar la capacidad familiar de una forma estática, se evalúa la capacidad para el cambio tanto del núcleo familiar, como de los miembros en particular. La re-evaluación continua de la evolución familiar, se debe dar en todas las fases del proceso de intervención: evaluación, tratamiento, seguimiento.
Estrategias de intervención familiar:
- Disponer de una estrategia de recogida de la información: procedimiento, áreas a analizar, fuentes de información más adecuadas para cada área, protocolos…
- Hacer participar al menor y a la familia del proceso de evaluación.
- Partir de la demanda de la familia, priorizar sus necesidades y tener en cuenta sus propias iniciativas.
- Mantener contacto a través del profesional mejor posicionado con la familia.
- Relacionarse en su ambiente y en un espacio físico adecuado.
- Minimizar la percepción de control a través del proceso de comunicación, empatía que ayude a crear un clima de confianza y colaboración.
- Evitar estereotipos y sesgos culturales.
- Constatar la validez de la información durante todo el proceso de intervención, pero especialmente: antes de formular hipótesis y tomar decisiones, cuando haya informes profesionales o datos de la familia contradictorios. Implicar a la familia
- Empezar a trabajar por temas que preocupen a la familia, sean sencillos y que los puedan conseguir más rápido. “Empezar desde el lugar en donde se encuentra el usuario”.
- Búsqueda y creación del consenso, hacer que la familia participe desde el inicio (en la toma de decisiones, etc.).
- Dar contraprestaciones a cambio de que movilicen sus recursos.
- No sustituir a la familia, potenciar la autonomía del usuario.
- Favorecer la relación de la familia con otros recursos: acompañándola, y potenciando su relación con recursos y grupos normalizados. Motivar a la familia
- Explicar claramente el porqué y el para qué de la intervención
- Ofrecerles el máximo de información posible
- Utilizar un lenguaje accesible a la familia
- Valorar con la familia las dificultades que puede suponer el cambio y el plan de tratamiento
- Valorar con ellos sus posibilidades reales de cambio Informar a la familia de sus derechos y deberes.
- Concienciar a la familia sobre las consecuencias que podría tener su no mejora en los aspectos que se considera necesario mejorar.
- Confrontar a la familia con la realidad que ve el equipo, intentando calmarla y ofreciéndola otra visión de la situación.
- Fomentar la autoestima. La familia ha de ver que es tenida en cuenta y sentir que ha emprendido un camino hacia el éxito y no hacia el fracaso.